Imaginarios colectivos
El término imaginario proviene del latín imaginarius.
Los seres humanos nos representamos en el otro, nos
identificamos con él, queremos conocerlo, aprehenderlo, es por esto que desde
que se nace el niño esta en contacto con el mundo social, y es bombardeado por
las imágenes y representaciones que este emite, las cuales de una u otra forma
se graban en la memoria del niño y posteriormente irán desarrollando su
pensamiento, identidad y lo formarán como sujeto.
Más la representaciones que se le muestran son un proceso de
construcción social, predeterminado por la familia, la cultura, el idioma y el
entorno social en el que se desarrolle.
Un imaginario se construye a partir de todas estas
situaciones que ha vivido la persona, por lo que hacen parte del complejo de
representaciones de un sujeto, lo configuran a "imagen y semejanza de su
prójimo" o en otros casos a completa desemejanza.
Gilbert Durand determina a la imaginación simbólica como el
principio configurador de todo pensamiento y de toda historia.
Por lo que un imaginario colectivo es un conjunto de imágenes
que han sido interiorizadas, a partir de las cuales vamos definiendo el mundo y
la realidad que nos rodea. Es por esto que estos imaginarios no surgen de la
nada sino que se trata de una construcción social en la que intervienen los
diferentes grupos de la sociedad y concurren a ella todos los sectores que la
conforman. Estas representaciones interiores son tan importantes que,
prácticamente, regulan nuestra vida.
Los que disponen de
mayores recursos, humanos, económicos, artísticos, mediáticos, hacen
"pesar" para imponer su “imagen” por sobre las provenientes de grupos
más numerosos, pero con menores posibilidades.


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